Tuve la oportunidad de escuchar a Osvaldo Bayer, historiador,
escritor, periodista pero por sobre todo un hombre que mantiene la admirable virtud de la coherencia.
Coherencia en el decir y en el hacer, actitud
que lo llevo a vivir tremendos actos de injusticia para con su persona pero que
no lo viró ni un milímetro de sus convicciones. Gran timonel Osvaldo, relato sus viajes por el Paraná y recomendó a los jóvenes no
perderse la oportunidad de disfrutar la naturaleza, de penetrar en su simpleza en
lo bello como así no perderse de vivir el amor, sentirlo, expresarlo.. Hombre
profundo y simple, con ese don de transmitir sabiduría como quien estornuda.
Construir una patria no es un sueño, es una realidad palpable que muchos
encarnan desde la cotidianeidad de su hacer, sin mas herramientas que la
palabra precisa.
En el relato de su vida queda al descubierto que el ser humano debe
comprometerse con sus pares, generar espacios, buscar incansablemente la
igualdad.
Defensor acérrimo de los pueblos originarios y del gaucho; en su labor periodística
en la Patagonia Argentina fue testigo
del maltrato y humillación que ejerce
el poder, muchas veces en nombre de la civilización, ¿como callar tales aberraciones? Desde su lugar de
comunicador social defendió y denunció tales injusticias hizo públicas las
matanzas y los nombres de sus ejecutores. Tales actos lo llevaron una y otra vez a ser
removido de su lugar de trabajo, a estar preso, al exilio.
Su relato no abandona nunca el humor y uno se pregunta cuan grande es el
hombre que puede transformar el dolor y la humillación en sonrisa sin descuidar
que allí hay lucha vivida y concreta, de la verdadera, de la que deja huella.
Un párrafo aparte es el dedicado a su admirado amigo, el entrañable
Rodolfo Walsh, conmueve esa presencia viva
que transmite en su forma de nombrarlo, de honrarlo, de extrañarlo
siempre.
Ese viernes, en ese salón hubo alguien que hablo con una palabra plena, esa que llega y transporta. Esa que es testimonio y rúbrica de lo humano y de
lo íntegro. Esa palabra nos unió a todos en un mismo sueño y a la luz de quien la porta, nada imposible. El
sueño de construir con compromiso desde cada el lugar que nos toca la igualdad
y la justicia, y sobre todo a creer, como el mismo lo dice que “al final, siempre triunfa la ética”.
Gracias Osvaldo, por tanta
generosidad.