Los pies duelen, el frio duele..
Por momentos el pensamiento se reduce a esos dedos congelados . De nuevo temes que el hielo suba por el cuerpo. De todos modos, subes.
Los razonamientos rondan, cuestionamientos acerca de la existencia misma, del porque de este preciso momento a la intemperie del mundo. Crudas preguntas con sus crudas respuestas. Sí que sabes de alturas, por que sabes de profundidades. Subes…..
Refugio.
Cae la noche, falta poco y es el momento en que uno esta consigo mismo y se perciben hasta las mínimas fibras de las que se esta armado. En este minucioso silencio puedes escuchar la respiración de aquel niño agitado escondiendo su cabeza bajo la almohada, bajo las frazadas, bajo la piel para evitar escuchar esa voz que arrasaba cualquier impulso de vuelo, de ascenso
Allí abajo comenzaste a armar tu revancha, no con alguien, sino con la propia potencia herida..
¿Como seria sentirse fuerte parado en las propias piernas? ¿Como liberar la mirada de esa vital necesidad de atravesar el cerco de esas paredes? Sin derribar puertas, sin explicación, salir de ese silencio obligado.
El silencio es poderoso de por si para que alguien se adueñe de sus efectos. Fue por eso que en él construiste tu imperio, y esa es la razón por la que tanto amas esta quietud. En la montaña el profundo silencio se disfruta, se vive.
Golpes de puño, llanto contenido, supervivencia bajo las sabanas y ese deseo intacto de subir. Algo marcó tu existencia, esa necesidad de elegir los propios riesgos, y de no sentir ajenas espinas..Deshacerse del dominio de otro en el propio cuerpo.
Las piernas durmieron su invierno atroz. Por eso no le temen a este hielo. Clavas los grampones y esta vez ellas saben donde pisar.
Tampoco le temen a esta montaña de la que aprendiste el respeto que viene de lo bello, de lo sabio del orden que mantiene cada cosa en su lugar. Con sus porque y sus magníficos misterios que esconden la vida tan cerca de la muerte. Tan palpable sus dos caras.
Pero aquí, en esta inmensa noche, en este perdido refugio y con los dedos congelados no temes.
Tu angel, el de las noches bajo la almohada y el de este hielo es el mismo..
Aquí no te asusta el silencio, te hundes en el. Aquí no necesitas ostentar fortaleza, la experimentas al andar.
Porque antes de llegar ya sientes en ti la cumbre.